Politica Nacional

La prioridad es la vida, el encierro y la vida

Zósimo Nogueira

Según datos estadísticos del INR del 09/04/2022 cada hora ingresa una persona al sistema carcelario. 

El 55 % son reincidentes y el 45% primarios.

En publicación del Diario el País del 10/09/2022  Alarma por ola de homicidios. En agosto fueron 34.

Once asesinatos ocurrieron entre el 23 y 29 de agosto.

Los argentinos que observan nuestra valoración internacional en índices de desarrollo, de estabilidad económica y democrática también realizan un seguimiento de nuestro nivel de seguridad.

Un artículo de la Nación del 08/10/2022  dice que el 46% de nuestra población considera como mayor problema la inseguridad. 

El peor año fue el 2018 con 12 asesinatos cada 100.000 habitantes; en 2021 se logró bajar a 8,5. 

Que hay 14.900 privados de libertad en 26 cárceles y 16.000 con penas alternativas y alta tasa de suicidios con 21,3 cada 100.000 habitantes.

Según datos del MSP hubo 758 suicidios en el año 2021.

La mayoría masculinos.

En este 2023 van 12 muertes de reclusos en cárceles, 4 fueron homicidios.

Tres de estos fueron recientes y ocurrieron en la Cárcel de Libertad y el arma utilizada fue corte carcelario.

El viernes 28 de abril ocurrió el primero en el patio del celdario; el domingo 30 de abril hubo una riña luego de la visita resultando otra muerte y el último el 1ro de mayo en el interior de una celda.

A instancia de estos sucesos, el jueves 3 de mayo se hizo una gran requisa en la cárcel de Libertad.   

Participaron 320 policías, se requiso 385 cortes, 15 litros de bebida fermentada (escabio) 4 celulares, ropa obscura, y cuerdas confeccionadas con tela para posible intento de evasión.

Seguramente habrán quedado berretines sin localizar con cortes y trozos de metal para confeccionarlos. No todo queda en las celdas.

En estas cárceles para muchos presos es esencial poseer elementos de defensa, los problemas y enemigos de afuera se reiteran en la interna carcelaria, en donde todo es  advertido y aprovechado por el enemigo y a veces no se sabe dónde está.

La guardia lo sabe, que para mucha cosa hace la vista gorda.

Las autoridades, por presiones; y en su afán de mostrar logros en pseudos tratamientos y recuperación de los presos se saltean etapas cruciales.

Ese salto de prioridades favorece a los criminales de mayor peso que imponen sus designios, el mando paralelo que impera en muchas cárceles de Uruguay.

Para terminar o reducir ese continuo reguero de sangre hay que imponer la autoridad siguiendo un orden de prioridades, que tiene dos componentes esenciales, la vida de las personas, presos y funcionarios y el cumplimiento de la orden judicial de privación de libertad.

Cuando ingresa un nuevo preso, las autoridades del establecimiento luego de las comprobaciones de identidad y causa asumen la responsabilidad de su custodia, lo que implica restricción de libertades, encierro, hacer cumplir el régimen de vida interno y lo que disponga dentro de sus potestades.

Por otra parte es responsable de su alojamiento, de un trato digno y de proteger su vida e integridad física.

Ello implica alimentación, atención sanitaria, horarios y espacios de recreación, posibilidad de contactarse con visitas y recibir asistencia letrada de su abogado privado o de oficio.

Todo lo demás que se pretende y se exige como ser estudio y trabajo son posibles en la medida de que no alteren el orden interno de funcionamiento de la cárcel, y de que los tópicos primarios se puedan lograr.

No es posible pretender que trabaje o estudie si con ello corre algún riesgo para su integridad física y si la autoridad no puede darle la debida protección.     

Con esas prioridades el sistema penitenciario requiere de recursos económicos, de un plan de desarrollo y ejecución, que debe iniciarse con trasformaciones edilicias, (nuevas edificaciones) ingreso de personal de custodia penitenciaria, tecnología que facilite y potencie su actividad;  y profesionales de la salud física y mental, enseñanza, asistencia jurídica y familiar.

Ese esfuerzo en materia de educación que se pretende volcar hacia la población reclusa debería direccionarse a etapas previas al delito, en una suerte de oportunidades para quienes están propensos a una actividad delictiva o recién dieron sus primeros pasos y hay posibilidades de que recapaciten.

 En la actualidad por esa situación de precariedad y promiscuidad que se vive en los establecimientos carcelarios todos al ingresar manifiestan sus deseos de estudiar o trabajar.

Lo hacen por varios motivos y no necesariamente por procurar una actividad honesta.

Para redimir penas, o sea reducir tiempo de condena.

Para tener mayor movilidad, vínculos, capacidad de comunicarse, estar informado de la interna, de ingresos y egresos, trasmitir o recibir mensajes.

Familiarizarse con el funcionamiento de la unidad carcelaria.

Trasegar objetos, canjes, incluso material para elaborar cortes u armas precarias.

Debe considerarse que cuando se asigna un trabajo o habilita un estudio se está diferenciando, digitando.  

Alguien quiere hacer una carrera universitaria y se le ponen tutores y ayuda con material, muchos más querrán finalizar primaria, secundaria o aprender un oficio por UTU.

Como son muchos no es posible. Se está discriminando.

 El trabajo en cárceles es rudimentario y muy poco.

Cuando se requiere de alguien para cumplir determinada tarea se procura a quién ya posea algún conocimiento.

No es habitual enseñar a quien no tenga un mínimo de conocimientos.

Se procura siempre el rendimiento y no es redituable arrancar de cero.

Todo esto se puede solucionar construyendo nuevas cárceles o adaptando alguna.

Celdas individuales. Permiten un alojamiento digno y seguro. Facilita la protección de la vida y seguridad física.

Permite reflexionar, análisis de conciencia y evita malas influencias.  Facilita la posibilidad de estudiar, acopiar y organizar material de estudio.

Patios de recreo para pequeños grupos de reclusos, vigilados electrónicamente y de fácil dominio en caso de conflictos.

Siendo que el trabajo es optativo y voluntario quién quiera permanecer en su celda luego de pasado los controles no debe ser considerado como problemático.

Esto facilita la atención de los profesionales con mayor información sobre el comportamiento de cada recluso. Verdaderamente se contara con información fehaciente que permita observar cambios de conducta.

Esto terminaría con la digitación de oportunidades, y aquel que quiera aprovechar oportunidades de superación las tendrá a su alcance.

Ciertamente que este cambio debe realizarse en forma gradual, hasta extenderlo a todo el sistema carcelario pero deben continuar existiendo cárceles de mayor seguridad.

También deberán existir celdas compartidas, que a contrario de lo actual serían las excepciones.

Para familiares, para personas con alguna enfermedad que requieran de un cuidado etc. 

Las cárceles de mayor seguridad también deberían apuntar a las celdas individuales

Hay personas que consideran al crimen como forma de vida, lo tienen incorporado pero aun así habría mejoras. Vale la pena intentarlo. De no ocurrir simplemente se cumpliría su sentencia.

En esta realidad carcelaria priorizar, estudio, educación es una utopía. Valorizar en mayor medida la obtención de un título universitaria cuando la masa no alcanza niveles de secundaria una injusticia, cuando se le dan beneficios especiales a personas digitadas, seleccionadas es discriminatorio.

Propender a planes educativos sin asegurar el cumplimiento judicial de una sentencia y la vida e integridad física de los encausados es saltearse las responsabilidades mayores en pro de metas personales que no se propusieron estando en libertad.

Lo prioritario es la vida y el trato digno del individuo privado de libertad y dado en custodia al Estado. Todo lo demás son metas loables que deben promoverse pero con una oferta inclusiva y no selectiva.

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