Editorial

«Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado»

Thomas Jefferson

César García Acosta

Reflexionar sobre la historia permite mirar mejor el porvenir.

Mientras muchas personas ideológicamente batllistas critican la situación del Partido Colorado (PC), hecho válido si los hay, si consideran sólo sus postulados políticos de principios o mediados del siglo XX, dependiendo de sus perspectivas, deberían reconocer también que, en cualquier escenario, los supuestos a futuro, los obligan a asumir el cambio como idiosincracia al igual que lo hace la gente en su cotidianeidad.

Quizá por eso jamás me até a la historia. En lo personal sólo me motivan quienes defienden sus convicciones y principios políticos, sea como votante o gobernante, sólo afianzadas en un programa de gobierno con objetivos y metas inequívocas. Lo demás, todo lo demás, es parte del relato que se construye a la medida de los intereses corporativos.

En este contexto las individualidades de las personas son lo más motiva. Ppor eso, por los intereses colectivos de mis iguales, el batllista resulta una fórmula perfecta de nítida uruguayez. Nadie podría procesar mejor los cambios necesarios que el batllismo, y cuánto más batllismo haya en la coalición Republicana, mejor. El individualismo es la autoexclusión, y como grupo heterogéneo sabido es que atenta contra la coalición como estructura. Sin embargo, no integrar una coalición buscando que prevalezcan sólo nuestras ideas, dejaría nuestras posturas por fuera de los ámbitos de decisión.

Por otro lado, también debe mirarse con atención que esas mutaciones que se dan en la vida de las personas, ocurren de igual modo en los partidos políticos: Nada es ajeno a estas estructuras. La adopción de conductas y estrategias siempre se apegan a las circunstancia. Como decía Ortega y Gasset: “yo soy yo y mis circunstancias y si n las salvo a ellas no me salvo yo”.

Así que ajustarse a estas “circunstancias”, más que una cuestión de intereses lo es de supervivencia. Porque no decirlo, la política en coalición es una herramienta que intenta que una ideología no se pierda. Eso es lo que sucede con el batllismo: si solo se lo concibe desde el coloradismo las posibilidades de “poder” se reducen, y de quedar al margen de una coalición, desaparecerían.

Leyendo en los “cuadernos de la historia reciente”, un artículo de Javier Correa Morales, titulado “La ruptura de Zelmar Michelini con el Partido Colorado”, puede encontrarse las raíces de los problemas de hoy. En lo personal este artículo de ja en evidencia dos cosas: que la política económica como epicentro es siempre quien adopta los rumbos; y que la atomización del PC ya se notaba en 1969 con toda claridad. Aquél partido gobernante ya no era sólo una estructura partidaria, sino una coalición en sí mismo.

Y esa fortaleza terminó siendo su debilidad.

En 1969 en la antesala de la dictadura, se libraban en el gobierno colorado varias batallas que evidenciaban las distancias ideológicas dentro del mismo partido. Más allá de la descripción que hace la historia sobre los grupos que se iban del gobierno, y los cambios de perfiles que ocurrían, se me ocurre tomar como referencia de época la creación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). Dice el artículo de Javier Correa: “el cambio en la composición del gabinete ministerial, a tres meses de iniciado el gobierno, pudo ser tomado como una decisión meditada tras hallar las fórmulas que superarían la crisis, o como na muestra de la falta de rumbo  por parte del gobierno y del partido. Gestido resolvió la crisis aplicando ùna economía social batllista,, con medidas que interpretaran las ideas más progresistas del partido en el campo social y económico´. La opción era arriesgada: dejaba de lado las propuestas del FMI y de la lista 15. Nombró a Amilcar Vasconcellos para Hacienda quien, junto a Faroppa desde la Opp, llevaría adelante el rumbo económico y financiero del gobierno. Además se integró a Michelini como ministro de Industrias, coordinando sus actividades con Enrique Véscovi en el MTSS”.

Las presiones de los sectores conservadores, los sindicatos y los organismos internacionales de crédito continuaron y se profundizaron. “El intento social batllista duró 100 días. El9 de octubre el presdiente y varios ministros firmaron un decreto con medidas prontas de seguridad”.

Lo que vino después todos lo conocemos. Por un lado el terrorismo tupamaro y la violencia sindical en ascenso, derechizaron al gobierno primero y al partido después.

Esto muestra la inconveniencia de tener un partido hegemónico y monocorde, el que en oposición a la suma de voluntades de partidos diferentes, aunque con un programa común, resulta un instrumento fenomenal que hay que preservar con organización y racionalidad. Las coaliciones son una herramienta moderna que requiere, en esencia, de la preservación de las diferencias.

Más humanismo para los Republicamos, es más y mejor batllismo coordinando y negociando los espacios de gobierno necesarios para que se mantenga la dinámica del Uruguay.

 Al igual que en el gráfico de esta nota, «las malas elecciones de la vida» pueden marcarnos para siempre. Las elecciones internas son el principio de un período electoral que tiene que encontrar a los batllistas eligiendo lo mejor para el país.

Compartir

Deja una respuesta