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No somos lo mismo

Fátima Barrutta

Ya no estamos en tiempos electorales.

Si bien Montevideo, Canelones y Salto permanecen como bastiones del Frente Amplio, está claro que la ciudadanía dio un gran giro de timón hacia el republicanismo que representamos los partidos fundacionales.

Para el Partido Colorado, ese esperado giro tuvo un costo no deseable. Inmersos en una crisis de liderazgo que viene desde la renuncia de Bordaberry que se agudizó con la de Talvi, más allá del tiempo, hemos tenido la guía siempre lúcida e inclaudicable del Presidente Sanguinetti, sumado al aporte fermental de nuestros dirigentes, tanto desde sus posiciones en los poderes del Estado como en la militancia de cada día.

Pero la ingeniería electoral actual, con este bipartidismo de hecho que se ha instalado en el país, claramente no favorece nuestros intereses partidarios.

Hemos sido fieles escuderos de la coalición multicolor, pero esa comprensible opción política no debe vendarnos los ojos a la evidencia de que cada Partido que la integra tiene su propia identidad.

Que los colorados no somos lo mismo que blancos, cabildantes e independientes.

Que un Partido que construyó con honor la mejor historia del país no debe indiferenciarse de otro que se armó a último momento en torno a la figura de un ex militar, por ejemplo.

El ciclo electoral terminó y, ahora más que nunca, los colorados debemos hablar fuerte y claro de lo que nos distingue: una vocación social inquebrantable y un progresismo verdadero (distinto al pregonado por el FA en los últimos años) que impuso en el país reivindicaciones sociales que en otras naciones de occidente llevaron muchos más años.

Hoy vemos con sorpresa que ciertos feminismos radicales, que hacen mucho más ruido que la sustancia que realmente poseen, poco menos que atribuyen al Frente Amplio conquistas que se deben al Batllismo, desde los editoriales que Don Pepe firmaba con el seudónimo de Laura hasta la consagración del voto femenino y de ahí en adelante.

Hoy hay que exclamarlo fuerte y claro: estamos dispuestos a co-participar en el gobierno pero no somos herreristas ni wilsonistas. Compartimos con ellos un similar credo republicano (que es, ni más ni menos, el que forjó al Uruguay como país de libertad donde dictaduras y populismos nunca pudieron imponerse por períodos extensos) pero estamos distanciados en lo que hace a la justicia social. Somos liberales en tanto cultivamos, igual que ellos, el valor de la libertad. Pero no al extremo de desconocer o relativizar que la desigualdad desde la base existe y que el Estado debe ser garantía de que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades de crecer, en base a sus talentos y virtudes.

Apoyo al gobierno sí. Pero apoyo crítico. Sin descuidar nuestra propia agenda y defendiéndola de los tecnócratas que nunca faltan.

El Partido Colorado podrá no haber renovado su liderazgo, pero se reconstruirá desde la base: desde los dirigentes y militantes que día a día sienten el orgullo de defender al escudo de los débiles, y la responsabilidad de reconducir al país por el camino de la libertad con justicia social.

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