Obra pública de cara al porvenir
Marcelo Gioscia
A ningún observador medianamente atento y objetivo, puede pasarle desapercibido o pretender desconocer el enorme esfuerzo que ha venido realizando y realiza desde el primer día, el gobierno de la Coalición Republicana en lo referido a la realización de obras públicas, ya se trate de viviendas, puentes, intercambiadores o bypass como el de las rutas 3 y 11, como hacía mucho tiempo que no se veía. Con una inversión de más de 3.300 millones de dólares, día tras día el país se muestra “en obra”, dando trabajo y ocupación a miles de trabajadores. Y lo que produce una gran satisfacción es comprobar que estas obras -algunas de ellas largamente postergadas- se concretan e inauguran en todos los rincones de nuestro territorio, por y en beneficio de los pobladores, de los habitantes de nuestro suelo.
Muchos en algunos casos descreídos o sencillamente cansados de reclamar por su realización en períodos anteriores de gobiernos, los que pese a la bonanza económica de que gozaron, no las concretaban, las realizaban mal o las dejaban sin terminar, haciendo gala, de una ineficiencia extraordinaria. Este gobierno ha demostrado que se puede, que con actitud positiva y confiando en el compromiso de empresas públicas y privadas, trabajadores y hasta de los sindicatos, las obras se realizan y allí están, para resolver muchos aspectos que hacen a la calidad de vida de la gente. Se fundamentan y justifican ampliamente para brindar una mayor seguridad vial a la población, obras de infraestructura que con su diseño, bajará el riesgo de siniestros en gran forma, y eso, ni más ni menos y pese a los que opinen en contra, es apostar a la vida de los destinatarios de esas inversiones. Todo este despliegue se ha realizado y ha ido cambiando hasta la fisonomía de nuestro país, donde hacía mucho que no se veía este ritmo de inauguraciones. Bueno es señalar no obstante que, pese a la hidalguía de las autoridades y a una austeridad republicana encomiable, se presentan en cada oportunidad grupos contrarios al actual gobierno, con pancartas y cánticos, muchos de los cuales, sin respetar investiduras ni jerarquías, insisten en señalar presuntos actos de corrupción, cobardemente escudados en una libertad de expresión que ya linda con el exceso. Aprovechan cada instancia y oportunidad para ejercitarse y se muestran “expertos” en sembrar dudas y efectuar “denuncias”, presuntamente en interés general (como la defensa de los cursos de agua) con la única finalidad de que se instale el rumor, que busca cuestionar prestigios bien ganados y así llevar agua para su molino, sin el mínimo respeto. La memoria es quizá muy frágil cuando nos referimos a cuestiones de gobierno, pero la ciudadanía sabrá distinguir una cosa de otra a la hora de juzgar y optar con su voto por uno u otro gobierno. O acaso ¿ya se olvidaron de cómo se trataba a quienes pretendían manifestar contra el gobierno anterior? Como no hay más verdad que la realidad, las obras públicas están allí y se presentan ya terminadas, para un porvenir de crecimiento, que es hoy.