Sin reglas de juego no hay coalición
«Cabildo Abierto» y una imposible cohabitación política
SE ACABÓ EL RECREO
César García Acosta
En la interpelación al ministro del Interior, Luis Alberto Heber, todo fue políticamente incorrecto. De mantener Cabildo Abierto su actitud, por razones institucionales del Parlamento, debería censurarse al ministro. Es claro que con lo sostenido hasta ahora lo dejaron virtualmente sin el necesario apoyo político para ejercer uno de los ministerios más importantes. Si llegado el momento Cabildo diera marcha atrás, y de hecho -se retracta-, igualmente habría roto las reglas del juego de una coalición donde la cohabitación pasa a ser un dilema. Con el paso de las horas, lo que es un hecho, es que parece haberse acabado el recreo.
Entre discursos trasnochados y por momentos incoherentes, que hasta habilitaron la defensa de lo indefendible como cuando el Frente Amplio defendió las políticas de seguridad de sus gobiernos, pasando por la falta de diálogo blanca para resolver una contienda de formas entre los aún coaligados en el gobierno, que evitara revivir el affaire de la ex ministra Irene Moreira, no sólo no se logró sino que incentivó el mal humor cabildante que terminó votando con el Frente Amplio el rechazo al gobierno que integra.
Este nuevo llamado a sala de los frenteamplistas al ministro del Interior, demandó 24 horas de sesión con resultados notoriamente desprolijos.
Los representantes de los partidos Nacional, Colorado e Independiente quisieron aprobar una moción en la que expresaban “su total y absoluto respaldo a lo expresado y actuado” por Heber, y declaraban “plenamente satisfactorias sus respuestas”, pero la bancada de Cabildo Abierto (CA) lo rechazó abriendo la puerta a la incidencia política del Frente Amplio.
Cabildo Abierto presentó un texto de declaración propia, que contenía críticas a la gestión anterior del Frente Amplio (FA) pero también a la de Heber, siendo su fin reafirmar la tesis de que su orientación política no es la del FA pero tampoco la del resto del oficialismo.
El FA pidió que se votaran por separado los dos bloques de cuestionamientos, y CA lo aceptó. De este modo quedaron a consideración tres mociones. La moción cabildante pretendía ser aprobada en su totalidad, con apoyo frenteamplista en una parte y de toda la coalición de gobierno en otra, pero los socios de Cabildo no estaban dispuestos a ceder el centro del escenario político, y el resultado fue que sólo se votaron en forma afirmativa, con respaldo del FA, los párrafos contra el desempeño del ministro.
Esto no significa, como todos sabían cuando se votó, que CA esté dispuesto a aprobar la censura a Heber planteada por el FA, iniciando un complejo proceso previsto en los artículos 147 y 148 de la Constitución, que puede terminar con una convocatoria anticipada a elecciones parlamentarias y que nunca ha estado ni cerca de desarrollarse en Uruguay.
Tampoco puede decirse que la coalición de gobierno haya llegado a su fin, aunque sí puede estar en la antesala de su existencia: hasta ahora su interna sigue desgastándose rumbo a las elecciones nacionales.
Afirmar que Heber “no viene logrando cumplir los compromisos fundamentales en materia de seguridad que presentó la coalición de gobierno a la ciudadanía en su documento -Compromiso por el País-”, es una afirmación que podría verse como incongruente, pero a la luz de las reglas de la Cámara de Senadores, es un brete político que oodría tener consecuencias institucionales. El Senado ahora no tiene que valorar si se cumplió o no el programa interpartidario multicolor, sino que lo que debe valorar es -lo que hace o no hace- el ministro en su actual gestión de gobierno.
Esto dejó claro que la actitud de CA debilitó al ministro del Interior.
Y precisamente fue por esto que el FA prestó sus votos para dos de los seis incisos de la declaración de CA. En buen romance lo que se explicitó fue que «la actual gestión del Ministerio del Interior no viene logrando cumplir los compromisos fundamentales» del programa “Compromiso por el País” y que “resulta necesaria la implementación de sustanciales cambios en el sistema carcelario».
La estrategia de CA, a todas luces, es clara, nítida: pretenden pararse al margen de la coalición que integran para alcanzar beneficios electorales de corte populista: quiere mejorar las cárceles sin que se paguen más impuestos; denuncian corrupción pero otorgan viviendas a dedo; pretenden reestructurar las deudas por créditos impagos a sabiendas que cambiar las reglas de juego afectará los intereses del Estado que deberá pagar demandas judiciales de todo tipo; reclaman habilitar la excarcelación a los mayores de 70 años -ocultando sus intereses militares- cuando es sabido que eso ya es potestad de los jueces; y amenazan con iniciativas populares –como plebiscitos- en la utopía de lograr una movida política de movilización social que les permita conseguir votos para su causa electoral.
Pero no es ese el camino a recorrer, ni para conseguir votos ni para alcanzar justicia.
En las declaraciones del propio diputado cabildante Martín Sodano se refleja la sinrazón de la declaración de CA: «la moción que termina siendo aprobada es como Jack el Destripador … era una vergüenza» que no contemplaba el «espíritu» de su propuesta inicial. “Quedamos con la conciencia tranquila de que votamos una moción completa (..) y no popurrís de carnaval”.
En horas el Senado se reunirá nuevamente para valorar –institucionalmente- si procede la censura al ministro. Ahora CA para ser coherente deberá aferrarse a su crítica al gobierno y ratificar sus dichos: si lo hace abre un camino de insospechados resultados donde en el horizonte está la caída de un ministro y las elecciones parlamentarias; si no censura, como dice el dicho popular “lo que dicen en la pulpería, lo callan en la comisaría”.
Quizá haya llegado la hora de que “se acabe el recreo”.