Política nacional

Un silencio atronador

Ronald Pais

Estos días hemos asistido a imágenes impactantes. Mujeres ejecutadas, golpeadas y maltratadas por el nuevo régimen talibán en Afganistán que se han visto en la televisión y redes sociales conmoviendo a todas las personas que pertenecen al mundo civilizado.

Aquí y allá se han alzado voces condenando las evidentes violaciones a los Derechos humanos cometidas por estos bárbaros.

Voces que no pertenecen a las organizaciones feministas, las que mantienen un ominoso silencio.

Silencio que no es nuevo porque aún estamos por asistir a un posicionamiento firme en defensa de la situación de las mujeres en la mayoría de los países islámicos.

Esto no significa estigmatizar a los musulmanes o a su religión, significa promover una evolución que les permita a las mujeres tener una vida digna y con igualdad de oportunidades en cualquier parte del mundo.

Por estos lares y lamentablemente las feministas radicales son tan fanáticas como los talibanes. Desaforadas y descontroladas creen que gritando, insultando y agrediendo al otro sexo pueden lograr avances para su causa.

Erróneamente creen que con violencia pueden proteger a otras mujeres de la violencia.

Promueven así una falsa creencia en otras mujeres de que ese es el camino para enfrentar la agresión de algunos hombres contra ellas. El resultado es nefasto. Una mente machista forjada a fuego lento durante mucho tiempo interpreta esa actitud como un desafío intolerable y, tomada la decisión de terminar con el conflicto, no hay manifestaciones, ni flamantes oficinas, ni actuaciones policiales, ni jueces ni leyes que impidan la ejecución de esa decisión. El hombre actúa sin medir consecuencias e incluso si su accionar implica el sacrificio de la propia vida.

La prédica del fuego contra fuego solo logra convertir al bosque en cenizas.

Para colmo, la contaminación ideológica de una causa noble en su origen agrava el problema. Las justas reivindicaciones para una real igualdad de oportunidades para las mujeres se convierte en un instrumento de grupos de extrema izquierda que son expertos en medrar con el descontento y el resentimiento.

Dejo constancia de que en esa búsqueda justa de igualdad de oportunidades y en el trato para las mujeres me encolumno, sin incluir mecanismos como las leyes de cuotas que creo injustas, inconstitucionales y denigrantes para las propias mujeres. Tiempo habrá mas adelante para que fundamente mi opinión.

Hay otras formas y a los batillistas nadie nos va dar lecciones en este tema. Mucho  menos los marxistas.

Pero vuelvo al tema.

¿Por qué vinculo lo qué pasa en Afganistán ahora con lo que sucede en nuestro medio?

Porque creo que muchas mujeres con verdaderas convicciones democráticas deben plantearse seriamente algunas preguntas y exigir respuestas.

¿Por qué las organizaciones feministas son cómplices al silenciar la terrible tragedia que sus congéneres enfrentan en otras partes del mundo?

¿Por qué esta especie de selección entre aquí sí y allá no? ¿No son todas mujeres?

Además : ¿no se ha demostrado suficientemente que los métodos de pretender apagar la violencia de sexo con actitudes desafiantes y también violentas sólo ocasionan más perjuicios y muertes para las mujeres víctimas?

¿Acaso beneficia a la causa de las mujeres dejarse manipular y contaminar con posturas ideológicas sesgadas por intereses políticos partidarios o sectarios?

¿De verdad se cree que la dignificación de la mujer se puede alcanzar menoscabando al varón o sembrando el odio entre sexos?

Creo que es una gran oportunidad para que las mujeres bien intencionadas y con respetables convicciones desenmascaren a las, los, les fantoches que se ocultan y contaminan lo que debe ser un objetivo de todos. Y todas.

Compartir

Deja una respuesta