El avance hacia la inteligencia artificial
Claudio Rama
Hay una amplia discusión a escala global en los ámbitos académicos, si lo que está irrumpiendo en el funcionamiento de las tecnologías, los mercados y la economía, no está implicando algo cualitativamente distinto del modo de producción capitalista.
Un muy reciente libro titulado “Tecnofeudalismo, crítica de la economía digital” de Cedric Durand, desde el enfoque marxista, aboga en esa mirada. Ya diversos autores desde una perspectiva distinta y sobre el enfoque shumpetereano de las ondas largas, han formulado que el auge de lo digital crea un nuevo paradigma tecnoeconómico. El enfoque central de múltiples miradas en esta línea, visualiza como las tecnologías digitales están creando nuevas relaciones sociales independientes de las voluntades de las personas todo lo cual no solo crea las nuevas lógicas económicas y sociales, sino las bases de una nueva economía y un nuevo estadio de sociedad global.
Durand nos ilustra cómo esta nueva etapa ha estado precedida en un primer momento del llamado Consenso de Washington y actualmente se ha acuñado la definición de Consenso de Silicon Valley para definir el eje del pensamiento dominante en el impulso y la instauración del modelo de economía digital. El modelo del Consenso de Washington favorecía la desregulación, las privatizaciones y la austeridad de los estados, junto a la libre circulación de los bienes y servicios a escala global para impulsar la transformación de los mercados mediante la destrucción de los procesos obsoletos e intensificar la competencia internacional. A diferencia, en la segunda fase desde los años 2000 en adelante irrumpió el paradigma de Silicon Valley, con un enfoque centrado en la innovación, la economía del conocimiento basada en los derechos de propiedad intelectual y la digitalización de los procesos de producción, distribución, intercambio y consumo. Estos se constituyen en los ejes de la nueva dinámica de impulso a la economía global y las empresas del pensamiento así como de las políticas de los gobiernos, las empresas y los académicos. La instalación de este nuevo paradigma – intelectual, tecnológico, y espacial – con su una mirada optimista en el conocimiento, la tecnología y la globalización, ya había sido planteada incluso a un nivel más amplio hace décadas por Toffler, al analizar el pasaje sucesivo de la era de la agricultura, a la industrial y ahora a la era de la información. En esta nueva dinámica lo digital permite un mayor avance de la sustitución del trabajo manual y mecánico tradicional no sólo con una “creación destructiva” de los procesos de trabajo y producción, sino una permanente dinámica de innovación que conforma el nuevo escenario en el cual se mueven y moverán los hilos de las economías globales. Lo digital en el marco de la innovación permanente, sostiene Duran, mejora la eficiencia productiva, creando trayectorias empresariales que impulsan nuevos monopolios a escala global, con mayores escalas favorecidas por las redes y sistemas automatizados y algorítmicos. Pero al tiempo prevé que la derivación de estos procesos es la creación de enormes monopolios tecnológicos, articulados globalmente en procesos productivos descentralizados y en redes logísticas, que limitarán el sueño de los innovadores y nuevos emprendedores. Su enfoque crítico plantea que “estos monopolios de internet si bien proveen servicios de interés, traban la innovación y el funcionamiento de los mercados, constituyendo una amenaza”. Tal parece ser la dinámica que se está planteando recientemente al proponerse legalmente en el marco de las leyes antitrus y de la competencia, la división de algunos de esos emporios y las fuertes multas a desarrollos informáticos y modelos de negocios que limitan la competencia.
En este escenario, estamos pasando a una nueva fase en el proceso tecnológico con el avance de la inteligencia artificial y la automatización global adaptativa, favorecido a escala global por la pandemia y la actual guerra. Del primer momento de la digitalización con la convergencia analógica, se pasó a un segundo momento centrado en el desarrollo de internet y las telecomunicaciones. Así, Internet + Digital permitieron conformar grandes bases de datos y mejorar las eficiencias y el pasaje a producciones más segmentadas. A ello se sumaron los múltiples sensores, que han facilitado la instauración de procesos de automatización. En el nuevo momento actual de instauración y consolidación del ciclo digital, estamos ingresando aceleradamente a la era de la inteligencia artificial. Este es el planteamiento de un muy reciente libro “The Age of AI: And Our Human Future” el propio Henry Kissinger, junto a Eric Schidt y Daniel Huttenlocher, que apunta a las características de la dinámica de la inteligencia artificial y de sus derivaciones en todas las áreas, y con espacial atención a los negocios y la política global. La inteligencia artificial es una forma de organización de los procesos conociendo ampliamente y previendo movimientos futuros de las demandas, organizando y aprendiendo a mejorar la articulación de las cadenas logísticas. Es el inicio de la gestión algorítmica de los procesos. Desde el enfoque marxista de Durant, sin duda que ello deriva en procesos de mayor control político y social. Desde un enfoque liberal, ello da mejor repuesta a las demandas y necesidades individualizadas de las personas.
Todo esto tendría y ya tiene un fuerte impacto en los procesos de educación. Más allá del enrome avance hacia la educación virtual con la pandemia y la generalización del streaming como educación sincrónica, propios del momento digital anterior, en estas semanas la atención y la preocupación han estado centradas en la generalización del software GPT-3, que desde noviembre Opean AI ha abierto al acceso en una versión de redacción de textos basado en IA con 175 millones de parámetros y con soporte en su propio bid data y no aún en Internet. Ello ha creado la oportunidad a nuevos polizontes universitarios, por estudiantes o docentes, de hacer trampas en sus trabajos académicos. Los softwares antiplagio no lo detectan sino que responden como 100% original. Lo digital y la Inteligencia artificial al ir cambiando las relaciones de producción cambian las relaciones sociales y especialmente entre ellas las educativas. Tanto en las formas de enseñanza como en los perfiles de egreso y las competencias al crear los recursos humanos, al promover el reciclaje de competencias y al contribuir a los procesos de investigación. Este nuevo momento reafirma el avance hacia lo que se ha llamado la educación adaptativa y a los procesos de enseñanza automatizada. Pero también le coloca el desafío a los sistemas educativos de una mayor formación en las ramas especializadas de la inteligencia artificial y a todo el sistema educativo en crear mayores competencias informáticas.