Porqué recomiendo el libro “retorno al Uruguay de los cincuenta” de Fernando Klein.
Jorge Nelson Chagas
Para empezar recomiendo este libro porque su lectura es muy amena. Se lee rápido y con placer porque está bien escrito. Desgraciadamente los historiadores escribimos en forma muy pesada (tipo ensayo) y esto nos ha alejado de los lectores. Fernando Klein tiene sobrados títulos académicos- sociólogo, antropólogo, docente – pero, ha logrado conjugar la amenidad con la profundidad en la investigación histórica. Este no es un logro menor.
El libro es una exhaustiva descripción social, económica y política del Uruguay de la “Edad Dorada”, el mundo de la sustitución de importaciones. Los años de la posguerra donde a la par de la prosperidad económica y la estabilidad democrática, existía una intensa actividad cultural y la vida social se desarrollaba en cines, teatros, bares y tiendas de moda.
Es un viaje al Uruguay del London París y sus catálogos, el tranvía, el Control de Dante (terminal de ómnibus de Arenal Grande), las grandes empresas textiles (Campomar, ILDU, Martínez Reina, Sudamtex…) la estación de AFE, el auge de los radioteatros, los tablados de barrio, los grandes cines como el Ambassador, Censa y Trocadero, la empresa ONDA, las hermanas Massilotti, las visitas de Xavier Cugat, Abbe Lanne y los Lecuona Cubans Boys, Alberto Castillo y las orquestas típicas argentinas, el ascenso irresistible de Martha Gularte como la vedette número uno del Carnaval. Es también el Uruguay de Maracaná y del retorno del Colegiado (1952) como régimen de gobierno. Sin duda que la sociedad uruguaya parecía vivir plácidamente. “La Suiza de América” era una realidad palpable. Era el “Uruguay del Optimismo” al que ha hecho referencia Julio María Sanguinetti en su libro sobre Luis Batlle Berres. Porque los años 1947-1958 fueron el apogeo de aquel líder colorado, sobrino de José Batlle y Ordoñez, que intentó impulsar un modelo industrialista y de tecnificación agrícola. En ese tiempo se creó el Instituto de Profesores Artigas (IPA), la Comedia Nacional, la Escuela de Bellas Artes, la Facultad de Humanidades y Ciencias y la Escuela Universitaria de Música (De hecho Luis Batlle respaldó materialmente a Lauro Ayestarán para que pudiera hacer el mapa musical del Uruguay, una tarea realmente titánica) .
También fue la época del Estado casi omnipresente. Klein explica que veintidós entidades autónomas estatales eran las responsables de la producción y/o suministro de electricidad, transporte, comunicaciones, refinación de petróleo, cemento, alcohol, carne empacada, lácteos, pescar, créditos hipotecarios y seguro social. Para nombrar solamente algunas. Al mismo tiempo, Klein no elude el tema del clientelismo Un problema de larga data que comenzaba en los clubes políticos que actuaban como agencias de empleo hipertrofiando al Estado.
Pero hay una parte del libro que, en lo personal, me cautivó. Es cuando en las páginas 259-260 Klein relata que los antiguos sumerios contrastaban su propio tiempo con la edad más antigua que recordaban, a la que llamaban “los días de antaño” o “aquel día”. Fue cuando los dioses les daban a los hombres la abundancia. Era como una suerte de Edén, un paraíso perdido. O sea que, para mi sorpresa, la leyenda de la Edad de Oro es tan antigua como la civilización. Klein se plantea si la década del cincuenta fue un mito o verdadera historia. Ensaya una interesante explicación que cierra su narración de manera genial. No la contaré. ¡Lean el libro!
Al margen de esto, no puedo dejar de pensar que una parte considerable de los jóvenes que disfrutaron de la bonanza de la década del cincuenta se volvieron adultos conservadores en los ’60-’70 que renegaban de los cambios y añoraban un retorno a la Edad Dorada.
Los que, por ese entonces, eran niños o adolescentes, una parte vegetó en un Uruguay en permanente crisis, otra parte emigró a Australia, Canadá y EE.UU. en busca del bienestar y otros, se volvieron tupamaros…